Rendir homenaje a Renato Carosone es un desafío perdido desde el principio, porque sus grabaciones son incomparables. Solo músicos del calibre de Stefano Bollani o Renzo Arbore han logrado hacer justicia al audio original. Para nosotros en Los Carosones, que somos un proyecto independiente, uno de los mayores desafíos para homenajear la música de un artista de cierto calibre es elegir los instrumentos. En nuestro caso, por ejemplo, traemos al escenario un homenaje a un gran pianista italiano, sin usar el piano. ¿Cuál es el motivo de esta decisión?
Por un lado, la dificultad de tocar en salas equipadas con piano y la negativa a utilizar un teclado electrónico como sustituto. Por otro lado, la curiosidad por ver en qué dirección habría ido la banda original de Carosone si, tras su despedida de los escenarios en 1959, hubiera continuado sin él en la revolucionaria década de los sesenta.
Por último, pero no menos importante, un reflejo del Maestro que nos acompaña y nos empuja a seguir adelante.
No todo el mundo sabe que Carosone, además de músico, también fue pintor. Hace unos años, con motivo de su última exposición de pinturas, la contraportada del catálogo recogía uno de sus pensamientos que es también clave para la interpretación de toda su producción artística:
«Para mí, el lado B de las cosas es el más interesante, el lado de la cara que no queremos descubrir; en otras palabras, el «defecto».
Ya sea que haga música o pintura, el defecto es lo que hay que valorar o resaltar, tan empalagoso y aburrido es esa perfección que confirma la regla según la cual «lo mejor es enemigo de lo bueno».
Desde que descubrí en la música cuánto atraía la atención o el interés del oyente el lado negativo del tema, me dije: ¡aquí está la clave! Y a unos pasos estaba la ironía de que no tardé en formar parte integral de mi personal.
Desde hace algún tiempo los pinceles y los colores son la alternativa adecuada a mi música, y hoy vivo un poco del blanco y negro del piano, y un poco del color de los colores».
En un mundo que muchas veces se toma a sí mismo demasiado en serio, la música de Renato Carosone impone la ligereza de la auto-ironía a través de las historias de los personajes que animan las canciones.
Y te transporta a la frontera entre el teatro y la realidad donde, gracias a la risa, puedes olvidar por un momento los desórdenes y dificultades de la vida cotidiana.
En los conciertos de Los Carosones aprendimos a aceptar muchas cosas: los amores no correspondidos de «Guaglione» y «Pigliate ‘na pastiglia«, los disfraces surrealistas de «Caravan Petrol» y «Pasqualino Marajà«, las efímeras ilusiones de «Tu vuo’ fa’ l’americano«.
Pero sobre todo, conocer y aceptar nuestras imperfecciones y nuestras limitaciones, hasta que se conviertan en la excusa de una grande y sonora carcajada.